Las guías de práctica clínica de prevención cardiovascular recomiendan realizar 150 minutos o mas de ejercicio moderado a la semana o 60-75 minutos de ejercicio vigoroso. Dichas recomendaciones están basadas en estudios que indican que la capacidad cardiorespiratoria predice la mortalidad, asociando ésta a la intensidad y la duración del ejercicio. Se analizó la relación entre ejercicio leve, moderado y vigoroso con todas las causas de mortalidad, mortalidad cardiovascular, mortalidad no asociada a eventos cardiovasculares, infarto de miocardio y ACV en pacientes con enfermedad coronaria estable que participaron del estudio STABILITY.
STABILITY fue un estudio global diseñado para determinar si un inhibidor especifico de lipoproteina asociado a fosfolipasa A1 (Darapladib) podría reducir el riesgo de muerte cardiovascular, IAM y ACV en pacientes con enfermedad coronaria estable. Entre los pacientes se realizó una encuesta relacionada con la actividad física, indicando cuantas horas semanales realizaba actividad física leve (caminata, yoga, Tai Chi - 3 METS), moderada (caminata rápida, trotar, aeróbicos, bicicleta - 3 a 6 METS) o vigorosa (correr, levantamiento de objetos pesados, deportes agotadores - > 6 METS). Adicionalmente, se le preguntó a cada participante que tan activo era en el ámbito laboral calificándose como sedentario, caminata en un mismo nivel, caminata y actividad en pendiente o escaleras, levantamiento de objetos pesados y sin actividad laboral.
Los resultados mostraron que los participantes más activos mostraron un menor índice de enfermedad renal crónica, enfermedad coronaria multivaso y diabetes. Los pacientes de Suramérica y Asia/Pacifico eran menos activos que los de Europa. Después de un ajuste de covariables, se determinó que la mortalidad en la población más activa era de aproximadamente 30% menos que la de la población con poca actividad. Por otra parte, el riesgo de IAM resultó menor en la población con mayor actividad fisica, aunque no se demostró una asociación significativa entre ACV y ejercicio.
Entre las variables evaluadas, el ejercicio regular fue el segundo predictor importante de mortalidad, encontrándose una menor mortalidad por todas las causas, menor mortalidad cardiovascular y no cardiovascular en pacientes con enfermedad coronaria estable. Las asociaciones no fueron lineales dado que la diferencia en mortalidad fue mayor entre los distintos ejercicios a un nivel leve, pero en un nivel mayor de actividad la diferencia entre ejercicios fue menos pronunciada. Esto sugiere los potenciales beneficios de aumentar el ejercicio regular en personas con enfermedad coronaria estable que son sedentarios.
Por otra parte, el ejercicio vigoroso puede aumentar el riesgo cardiovascular desencadenando IM o la muerte súbita, y este riesgo puede ser mayor en pacientes con enfermedad coronaria estable. Estudios previos en población general y con antecedente de enfermedad cardiovascular sugieren que la mortalidad se puede incrementar con muy altos niveles de ejercicio vigoroso, considerando esto como la realizacion de mas de 7.2 METS hora/dia equivalente a correr mas de 7.1 km/dia.
Por último, se concluyó que para las personas sedentarias una cantidad regular de ejercicio de intensidad leve o moderada puede tener sustanciales beneficios para la salud. Sin embargo, personas que ya realizan ejercicio de intensidad moderada a vigorosa se benefician en una menor proporción de aumentar su nivel de actividad. Los mayores beneficios para la salud son alcanzados con aumentos modestos en el ejercicio, especialmente en personas con mayor riesgo de eventos adversos o con antecedente de disnea y angina. En contraste, como un bajo nivel de actividad física puede reflejar un peor estado de salud, los estudios clínicos aleatorios sugieren que aumentar la actividad física también reduce la mortalidad.